Héctor acaba expulsado todos los días que tengo guardia y siempre el mismo ritual:
-Vengo a apuntarme.
-¿Por qué?
-Por nada, yo no he hecho nada
Ya ha estado en el aula de convivencia, se ha hablado con su madre y todo sigue igual. Ayer volvió a ser expulsado, tenía la mano vendada y le pregunté que le había sucedido y me dijo que se había quemado con aceite cuando se hacía la hamburguesa para cenar.
Le pregunté si se hacia siempre él la cena y me dijo que sí.
-¿Y la comida?
-No la comida la hace mi hermano
Su madre trabaja de una del mediodía a once de la noche en un bar, por un sueldo que a duras penas les permite llegar a fin de mes. Héctor tienen doce años y su hermano quince, no sé cuanto tiempo lleva llegando a casa sin que ningún adulto pueda ocuparse de él: interesarse por sus cosas, decirle lo que hace bien, animarlo ante las dificultades, en definitiva sentirse querido .
Lo que si sé, es que su madre no puede permitirse buscar otro trabajo, hay que comer, pagar las facturas y con los tiempos que corren...
Y así es como en nuestro país, muchos familias, no solo se están empobreciendo económicamente, viviendo con el miedo e incertidumbre de no saber si podrán sacar adelante a sus hijos, sino que una generación de chicos y chicas van a tener que crecer viendo el miedo en la mirada de sus padres y /o madres y sin saber que es sentir que a la vuelta del cole alguien te espere para decirte:
¿Cómo te ha ido el día?
Muy interesante y cierto, todos necesitamos reconocimiento.
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