domingo, 28 de mayo de 2017

Cambiar el genérico masculino: ¿Una cuestión lingüística o de justicia social?(Carta de una profesora de Lengua)

Hace algún tiempo entré en clase y saludé con un: Buenos días a todas. Las chicas sonrieron y los chicos se revolvieron en sus sillas y empezaron los comentarios por lo  bajo. Uno de ellos  dijo: Y nosotros ¿qué?. Y vosotros ¿qué? ¿No os habéis sentido incluidos? Pues no!!  ¿Entonces os  imagináis como se sienten vuestras compañeras cada vez que no las nombramos? Pero es que con el todos se entiende. ¿Si? Abrid vuestros libros y decidme ¿Cuantas mujeres aparecen? ¿Creéis que no ha habido escritoras, políticas, pintoras, pensadoras,científicas...? ¿Sabéis cuantas han firmado con seudónimos masculinos o con el nombre de sus maridos, porque ser mujer e inteligente estaba castigado por la sociedad? 
Pero la norma dice...¿Y que creéis  que es más importante, la norma que deciden unos señores de la RAE o devolverle a la mujer la dignidad y presencia que se le ha negado durante siglos?Porque sin dignidad y reconocimiento, las mujeres seguirán siendo  vulnerables y algunos hombres se creerán con derechos sobre ellas. Por eso, es tan importante, decirle  a la sociedad y sobretodo a las propias mujeres que existen, que son  capaces y dignas y que nadie por ninguna norma lingüística que esgrima como argumento, se lo puede arrebatar .  

martes, 11 de abril de 2017

IR A TERAPIA NO ES UN SIGNO DE INCAPACIDAD, SINO DE VALENTÍA

Ir a terapia no significa que alguien es  incapaz de resolver aquello  que   le crea preocupación o  infelicidad, sino  precisamente, que confía  en sus recursos  hasta el punto, de atreverse a confrontarse consigo mismo o consigo   misma,   a través de un proceso de autoconocimiento, en el que él o la profesional le acompaña. Un proceso del cual salimos más conscientes y por tanto  más  capaces y libres para vivir nuestras vidas más plenas 



martes, 14 de marzo de 2017

¿CUANDO NO VALE LA PENA SEGUIR EN PAREJA?



Los mitos sobre el amor romántico  presentes en nuestras vidas,  desde los cuentos infantiles,   el cine y  la literatura,  van construyendo un modelo de amor basado en la necesidad.


Necesidad de no ser suficiente si no me complementa mi otra mitad. 


Necesidad de idealizar el objeto amado.


Necesidad de exclusividad


Necesidad de que dure para toda la vida etc.


Y con tanta necesidad,  es difícil saber cuando ya no vale la pena y poder tomar una decisión que aunque dolorosa sea más saludable que seguir con  la relación .


Y no vale la pena, cuando mis proyectos y deseos están a la cola de otras prioridades


Y no vale la pena, cuando la relación me hace sufrir.


Y no vale la pena, cuando espero que mi pareja cambie para que mejore la relación


Y no vale la pena, cuando no hay proyectos en común.


 Y no vale la pena, cuando ya no nos reímos.


Y no vale la pena, cuando ya no puedo ser yo


Y no vale la pena, cuando ya no me atrevo a decirte como me siento por miedo a perderte


Y no vale la pena, cuando temo perderte por miedo a la soledad.


Y no vale la pena, cuando mantener la relación es un esfuerzo que me deja sin energía para lo demàs.
Y cuando no vale la pena, hay que abrazar a nuestra pareja por ser como es y por lo que nos 
 ha dado y dejar que siga su camino para poder seguir el nuestro, porque las personas que nos acompañan no son el camino de nuestra vida, sino  parte de él.    Niña sola en el campo












martes, 31 de mayo de 2016

LA VEJEZ: UNA TERAPIA DE FAMILIA


Nos llega a la consulta una demanda  bastante habitual de algún familiar cercano: Mi madre/ mi abuela, está “deprimida”, ya no está como es ella…no tiene ganas ni ilusión por nada….hemos ido al médico y nos dice que no tiene ninguna enfermedad, nos ha remitido al psiquiatra y está dándole antidepresivos, pero no mejora…
 
Detrás de esta demanda,  está la preocupación de un entorno que se siente impotente ante la tristeza o la desgana de un  ser querido, sin ver motivos aparentes para este cambio.


Cuando escuchas la historia de vida de esta mujer, descubres una vida de esfuerzo y trabajo  dedicada a los demás. A veces por el contexto social e histórico  de esta generación en nuestro país, empezó a una edad muy temprana,  robándole parte de la infancia, luego vino el matrimonio, la dedicación a los hijos y hoy en día esa dedicación se puede alargar en el tiempo, con la responsabilidad y el cuidado de lxs nietxs. 


Mujeres que no tuvieron oportunidad de hacer algo por y para ellas, donde el placer quedó relegado por la obligación. Para todas ellas la vejez les supone abandonar el rol  que la vida les adjudicó, aquello por lo que fueron reconocidas,  porque su cuerpo simplemente ya no se lo permite. Presionadas por un entorno que  lo vive como algo preocupante y por sus propias creencias de servicio  a  los demás. 


Elaborar  el duelo necesario para ellas y para su entorno,  de la mujer que fueron,  para   recibir   la que es ahora. Esa es  parte de la   tarea que tenemos  lxs  terapeutas de familia. Tarea que permita a  la familia,  ir sustituyendo la preocupación por el acompañamiento, a una mujer que se pueda permitir  ser y sentir diferente. 


Ahora son ellas las que necesitan de los demás, ahora es el momento de devolverles el amor y la comprensión con la que nos cuidaron, de sentirse escuchadas y no empujadas, respetadas en su estar, porque ellas también están haciendo su duelo. 

Aceptar la vejez en nuestrxs progenitorxs   nos pone delante de nuestro propio envejecer. De dejar de ser hijxs al cuidado de otrxs, para madurar en la evolución y ser responsables únicos de nosotrxs mismxs y ahora  también de esa persona en la que nos cobijábamos y que ahora nos necesita,  no olvidando que cuidarlas no es infantilizarlas, que ellas saben y por tanto no hay  nada más y nada menos que  estar a su lado.
Забота о старших

martes, 3 de mayo de 2016

EL REPROCHE O LA INCAPACIDAD DE PEDIR


El reproche es un  castigo que ejercemos sobre alguien,  si  no satisface nuestras expectativas o necesidades.

Cuando no nos atrevemos a  pedir, porque nos da miedo el no del otro, en ejercicio de su libertad personal, o porque consideramos que la necesidad nos hace vulnerables, no nos queda nada más que esperar que el otro/otra  adivine nuestras necesidades y cuando esto no es así, surge la frustración y la venganza del reproche: “ Si yo estoy mal que él/ella lo esté también”.

Ésta herida del reproche que nos  infligimos y también a  los demás, como todas las heridas   nos aleja y deteriora la relación y donde el pedir pone amor y confianza, el reproche alimenta el resentimiento.

Las necesidades propias son responsabilidad de cada una y uno,  el apoyarse en los seres que queremos no es una exigencia, sino un acto de amor que hace al otro sentirse importante para nosotras y nosotros.