La
adolescencia es sobretodo un periodo de
profundos cambios, no solo físicos sino psicológicos y cognitivos. La imagen
que se va formando el propio ser de si mismo empieza a sufrir cambios ajenos a su
voluntad. Lo primero que el adolescente observa a veces con gran sorpresa y
vergüenza son las transformaciones de su cuerpo que le empuja hacia un nuevo
lugar que está por construir. Empieza a no querer mostrarlo, a buscar su
intimidad y toma conciencia a través de
esos cambios que es un ser sexuado.
Pero no solo
él observa esos cambios, sino que su entorno también le devuelve una mirada
diferente. Mirada que para un ser en construcción es, pese a las diferentes
actitudes que adopten muy importantes al estar poco construida. De ahí la
importancia de ser cuidadosos con un ser que pese a que en algunas ocasiones se
nos muestre fuerte y desafiante, en realidad esconde una gran fragilidad.
La rebeldía
del adolescente, entre otras causas, tiene la frustración de no saber como
manejarse ante todos estos cambios. El adolescente se mueve entre sentimientos
ambivalente por una parte la libertad y las nuevas experiencias que se le abren
en esta etapa, pero por otra parte existe el miedo a no seguir protegido y atendido
como cuando era niño.
Los vínculos
se van a modificar a medida que se va construyendo su propio yo. La imagen de
los miembros de la familia cambian, el adolescente lucha por crear su
identidad, para lo cual, necesita
autoafirmarse e independencia de los modelos que los padres van a fijarle. Para
construirse tendrá que alejarse de la figuras parentales, lo cual no siempre le
resulta fácil y a veces pasa por periodos de rebeldía, rabia y a veces el tan insostenible para los
padres, periodo de aislarse en si mismo, rompiendo la comunicación con las figuras familiares y de autoridad, pero a veces es la única manera que él tiene para
crecer.
Esta rebeldía
contra las figuras de autoridad, representadas por el mundo adulto se
transforma en un acercamiento hacia su grupo de iguales, los amigos/as, los
grupos con afinidades o causas compartidas, le devuelven el sentimiento de
pertenencia que ve peligrar en su lucha por separarse de los padres. Una
educación previa, en la familia y en la escuela en valores, es fundamental en
esta búsqueda de objetivos comunes y pertenencia evitando caer en grupos no
“recomendables” y que a veces por su férrea unión sirven de substituto a la
necesidad de amparo y aceptación que busca el adolescente.
La
adolescencia por tanto se platea como una segunda etapa de individuación que
plantea procesos de:
·
Exploración
·
Diferenciación del medio familiar
·
Búsqueda de pertenencia y sentido de vida
En este
proceso de cambio, de pasar de la niñez a la edad adulta, el adolescente necesita
tener oportunidades, experiencias para comprobar lo que sabe de él hasta el
momento, adquirir nuevas destrezas, nuevos recursos.
La libertad
de aprender y de construirse conlleva a veces errores, dolor en la experiencia
cuando no es grata, pero intentar “salvarlos” y “protegerlos”, es impedirles
crecer y es aquí donde los padres tendrán que hacer su duelo del cual
hablaremos más adelante.
Vivir es
sentir, experienciar, no podemos alegrarnos si antes no sabemos que es llorar y
así el mundo también se convierte en un
lugar muy interesante, lleno de retos, con multitud de posibilidades de tener
experiencias nuevas para compartir.
Pero la
realidad es que los adolescentes tienen
una gran sensibilidad y necesidad de trascendencia en el bien común, solo hace
falta no distraerlos con lo superficial y dejarlos sentirse válidos, que ellos
pueden, que lo que hagan nos importa y que tienen derecho a exigir y contribuir
a un mundo mejor
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