martes, 12 de abril de 2016

VIVIR, PARA SATISFACER LAS EXPECTATIVAS DE LOS DEMÁS

A lo largo de la vida, la gente con la que nos relacionamos, va depositando en nosotros una seria de expectativas, explícitas o no, que hace que nos lleve a  vivir, más de acuerdo con lo que se espera de nosotros que con lo que realmente nos haría felices. 

Un hilo sutil de lealtades se teje en esta  relación,  donde el miedo a que nos dejen de valorar y querer, nos une a personas que  más que nuestra felicidad, esperan de nosotros que confirmemos su forma de entender el mundo y la vida.

Con  la edad una descubre que es una trampa, hermosamente envuelta si, pero trampa al fin,  que nos aleja de nosotras mismas y de nuestras necesidades.

Y también descubre, que cuando  tomas la decisión de comprometerte  contigo y no con  lo que otros esperan de ti,  hay personas que   lo vive como una traición y se alejan de tu vida. En cambio otras, las imprescindible, se alegran de verte feliz y  sienten un alivio al comprobar,   que en esa  relación,  se puede ser uno mismo sin que nadie se sienta ofendido o traicionado.

Porque  el compromiso con las personas, con quererlas tal y como son,  no nos aleja,  sino que nos une y nos enriquece a todos. 

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