En España
con el modelo de enseñanza obligatoria
hasta los 16 años, hemos ganado en igualdad y
hemos acabado con un modelo de
enseñanza elitista, este cambio ha
supuesto que en los Institutos, tengamos que
acoger a alumnxs con
problemas derivados de su entorno,
chicos y chicas que hace tiempo
se quedaron por el camino en lo académico y que poco o ningún interés
tienen por lo que les ofrecemos en las aulas y que permanecen en ellas
simplemente porque lo dice la ley. Hoy más que nunca vienen a mi mente las
palabras de Eduardo Galeano: El mundo
trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar
como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura,
para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son
ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy
temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte
tienen los niños que consiguen ser niños.
Chicxs que
nos desafían y confrontan, ante lo cual los profesores, que nunca nos habíamos
preparado para esto, nos investimos de
una autoridad basada en el miedo al castigo y no en el respeto, actitud que se desmorona simplemente con una voz que nos
cuestione.
Y con la situación económica y social por la que
atraviesa nuestro país, es de prever que
aumentará el número de chicxs en nuestras aulas cuyas familias
estén atravesando situaciones difíciles,
algunos de los cuales pueden encontrarse incluso en situación grave de vulnerabilidad y riesgo
social y cuya integración de alguna
manera en el sistema educativo puede ser una oportunidad para ellos.
Ante esta
realidad pretendemos a veces que ellos
cambien, sin cambiar nada nosotros y esto es imposible, no podemos pretender
entrar en el aula esperando que se comporten como si nada de lo que hemos
señalado existiera, porque las personas nos configuramos en base al entorno en
el cual nos desarrollamos y algunos entornos son muy adversos e injustos. ¿Y
que podemos hacer ante estxs jóvenes, para que tanto ellos como nosotros, vivamos
la experiencia como un reto para desarrollar nuevos recursos y no como una
difícil realidad en la que nos asfixiemos ellos y nosotrxs ?
Aunque mi
intervención tratará sobre todo de la
relación alumnx-profesor/a, no quisiera
dejar de señalar dos grandes deficiencias a mi entender, del funcionamiento de los
Centros actualmente
Ø
En
primer lugar hay que mejorar la
participación de las alumnas en algo
que les concierne tanto como su educación.
Son una minoría en los órganos de
representación. No existen o son escasas
las asamblea de grupos o de delegados. Nos dedicamos más a darles
charlas y a aleccionarlos sobre lo que consideramos que les interesa, que a
escuchar cuáles son sus inquietudes.
Les hemos quitado la voz y nos extraña que
chillen, no “sepan expresarse”, o que no se impliquen en el cumplimiento
de unas normas sobre las cuales no han intervenido.
Ø
En
segundo lugar los profesores, también nos quejamos de la falta de participación
de las familias, ¿pero para que convocamos generalmente a los padres
y madres sino para reiterarles
que su hija nos causa problemas o que simplemente, es un problema?
¿Cuántas veces les llamamos para pedirles opinión, para acordar, para
recalcarles lo bueno y provechoso? ¿O simplemente para conocerlas y
saber de dónde vienen nuestras alumnas?
Muchas veces juzgamos y recriminamos a
las familias en su labor de educar a sus hijas, cuando no sabemos nada o bien
poco de sus realidades, de cómo fueron a su vez educados esos padres y madres,
ni de cuáles son sus vidas y sus necesidades. Hemos de buscar juntos aquello
que pueda ayudar a esos chicxs, en lugar
de intentar cambiar algo que no está en nuestras manos y que solo puede causar
fractura entre los padres y madres y
nosotros, cuando todos buscamos lo mismo, aunque no sea como lo imaginemos .
Centrándome
ya en lo que sería el trabajo profesor/a-alumnx, quisiera recalcar que lxs profesorxs nos hemos esforzado mucho en
aprende conocimientos para luego trasladarlos a nuestrxs alumnxs, pero nadie
nos enseña a cómo hacerlo en las actuales circunstancias.
Muchas
veces confundimos su manera de crecer, mejor o peor, con un ataque personal
hacia nosotrxs, hacia nuestra “autoridad”, hacia nuestra ser y respondemos ante
hechos censurables del alumnx con el rechazo a toda su persona, sin ni siquiera reconocer de donde viene o cual es su realidad. Cuando
un alumnx encuentra un adulto que lo escucha pero sin juzgarlo en su proceso,
lo cual no impide poner normas en absoluto, este se convierte en un alumnx
receptivo.
Ante
nuestras humanas dificultades ¿cómo nos
podemos presentar ante nuestros ellxs
para mejorar nuestra presencia en el aula? En primer lugar aceptándonos
como lo que somos, personas con sus dificultades y con una difícil tarea: contribuir al
conocimiento y al desarrollo integral de unos seres que caminan con sus también
dificultades por el reto de crecer y formar su identidad.
Admitiendo
nuestras dificultades, les permitimos también hacernos partícipes de las suyas
y así se sentirán aceptados y se producirá un acercamiento dónde solo existían
reservas, defensas y por tanto barreras. Si no establecemos un buen
vínculo, no habrá una buena comunicación y sin comunicación no podremos trabajar, solo
establecer un juego de poder en el que ellos tienen las de ganar, pero nada que aprender, ni nosotros tampoco.
Para poder
dar respuestas saludables a estos
aspecto, es importante saber manejarnos con todos las emociones que los
continuos desafíos que nos plantean nos van a provocar, así como sostener la de
ellos y en la medida que nosotros seamos capaces, ellos también, aprenderán a hacerlo.
En la
enseñanza nos cuesta abordar estos temas,
no existen contenidos respecto a la conciencia emocional, ni unidad
didáctica para manejar el enfado, el miedo o
la tristeza, ni sabemos cómo superar la vergüenza. En cambio muchas de
nuestras reacciones tienen que ver
más con nuestra falta de recursos y nuestros miedos que a lo que realmente
está sucediendo o a lo que necesita el alumnx, sumiéndonos muchas veces en la
frustración y el enfado. Y es que las emociones aunque son protagonistas de las
situaciones de “conflicto” en nuestros institutos, poco o nada sabemos de ellas
En
diferentes apartados de la actual ley de
educación dice que tenemos que
enseñarles a desarrollarse emocionalmente, cuando nadie nos ha
enseñado ni a nosotros mismos a hacerlo. Solo hay que dar un repaso a la
historia de nuestra cultural, para ver
que opinión tenemos de las mismas y
entender porque son silenciadas.
Así
pensadores como:
PLATON: Las
emociones son caballos salvajes que tienen que ser refrenados
ARISTÓTELES:
Cualquiera puede enfadarse, eso es sencillo. Pero estar enfadado
con la
persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el
propósito
justo y de la forma correcta, eso no es sencillo” .
DESCARTES: Pienso,
luego existo
Y SANT –EXUPERY nos
dice en El Principito : No se ve bien sino con el corazón,
lo esencial es invisible a los ojos.
Así
las emociones se nos han ido presentando como algo a
silenciar, separadas del resto de nuestro ser racional y mental, cuando en realidad son una valiosísima información sobre cuáles
son nuestras necesidades y metas y nos proporcionan una guía sana de cómo
actuar. Por ello y aunque sea de una manera breve me gustaría contribuir a un
cierto conocimiento de cuáles son las emociones fundamentales y que nos dicen
de nosotros y de nuestro sentir para así poder manejarnos mejor en las
diferentes situaciones de conflicto con nuestrxs alumnxs S
La
cuatro emociones básicas del ser humano son:
EL
MIEDO Que nos advierte de un peligro, es el instinto de supervivencia,
pero también nos ata y nos impide ser libres. Muchas veces se manifiesta con
retraimiento o con movimientos físicos
constantes (piernas, bolígrafos). El miedo fundamental es a no ser aceptado, a
no valer, a n o responder a las expectativas de padres/madres, al fracaso o al
ridículo.
LA TRISTEZA. Nos informa del dolor de sentirse conmovido
por una despedida o algo que termina. A veces surge ante la renuncia o rendirse
ante un conflicto y aceptar lo inevitable. La tristeza nos informa de que algo
nos está haciendo sufrir.
LA ALEGRIA
Nos expande y nos lleva hacia los
demás. Muchas veces cortamos la emoción de la risa o la alegría porque pensamos
que vamos a perder la “compostura”
y así, ejercemos un fuerte control sobre nosotros y sobre
nuestras emociones y vivimos en la
mente y en la rigidez que es vivir en
una pequeña parcela de nuestro ser.
LA RABIA: es una emoción que a veces tiene una
causa concreta, pero otras surge de un
cúmulo de causas y circunstancias que son difíciles de precisar. La mayoría de
las veces surge ante una sensación de frustración e impotencia, que aparecen
cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas, nos sentimos bloqueados al no
conseguir algo. Puede surgir también cuando nos sentimos dolidos o asustados.
También aparece para exigir nuestro
poder. Puede tapar también sentimientos como la tristeza o la inseguridad, o la
falta de auto-estima, o para reforzar un yo que se siente frágil. Muchas veces
la rabia deja de surgir aprendiendo a decir no a tiempo. Cuando aprendan a no
esperar a que los demás cubran sus carencias y necesidades, es decir consigan
autoafirmarse y crecer la rabia dejará
de surgir, mientras tendrán que aprender a expresarse sin dañar a lxs demás
Hay que
saber que tanto la violencia como
la agresividad no son unas
emociones, sino comportamientos que no
podemos permitir y que no son lo mismo
que el enfado.
Hay otras
emociones, que llamamos secundarias,
que generalmente surgen de la necesidad de controlar o tapar nuestras
emociones básicas. Así el enfado
suele enmascarar sensaciones de impotencia y de dolor, es defensivo. La ira
se relaciona con la pérdida de auto-estima o para
enmascararla, aparece relacionada con
amenazas a un si mismo que se siente frágil.
La ansiedad: emerge cuando
estamos inseguros o ansiosos, porque estamos intentando tapar otros sentimientos
centrales de enfado, tristeza o debilidad y que creemos que pueden dañar nuestras relaciones con otras personas.
Y la vergüenza, que tanto se da en nuestrxs jóvenes y que
puede enmascarar el sentirse herido, débil, necesitado, enfadado o asustado.
Surge de la visión negativa de uno mismo, si somos capaces de manejar la
autocrítica la vergüenza desaparece y suele estar relacionada con la
debilidad y la vulnerabilidad.
Así que
podemos decir que tras emociones
aparentemente fuertes y desafiantes suele haber un yo frágil y que lo será en mayor medida en cuanto las necesidades básicas de esx chicx no hayan
sido cubiertas en sus cortas vidas. Entendiendo por necesidades básicas
no solo las fisiológicas: de
alimentación, descanso, etc.…sino las relacionadas con la seguridad, la afiliación, sentirse
querido, que pertenecen, el
reconocimiento, y la auto-realización.
Así que
no olvidemos que cada unx es únicx, diferente y aunque en ocasiones puedan aparecer como rebeldes, desafiantes, irresponsables, también pueden ser cercanos,
interesados, tiernos, responsables y como tales debemos reconocerlos
Para
terminar quisiera leeros un cuento, se llama
Tu
nombre
Cuando una mujer, en algunas tribus de África, sabe que está
embarazada, va al bosque con algunas amigas y juntas oran y meditan hasta que
pueden oír la canción del niño concebido.
Saben que cada alma tiene
sus propias vibraciones y éstas expresan el sabor y la finalidad del
nuevo niño. Cuando las mujeres sintonizan la melodía de la canción la cantan y
la cantan. Después vuelven a la tribu y se la enseñan a todos sus miembros.
Cuando el niño nace, la
comunidad se reúne y le cantan su canción. Más tarde, cuando el niño comienza
su educación, el pueblo se reúne y canta la canción del niño. Cuando pasa los
ritos de iniciación a la vida adulta y cuando contrae matrimonio la persona oye
su canción.
Finalmente cuando el alma
va a dejar este mundo, la familia y el pueblo se reúnen por última vez
alrededor de su cama y le cantan su canción.
En esta tribu africana hay
otra ocasión en la que todos cantan al niño. Si a lo largo de su vida esta
persona comete un crimen o un acto antisocial, el individuo es llamado al
centro del pueblo y todos formando un gran círculo le cantan su canción.
La tribu reconoce que la
corrección por la conducta antisocial no tiene que ser un castigo sino un acto
de amor y el recordatorio de su identidad. Cuando uno reconoce su propia
canción, no tiene deseo ni necesidad de hacer nada que perjudique a los otros.
Un amigo es alguien que
conoce tu canción y te la canta cuando la has olvidado.
Los que te quieren no se
dejan engañar por tus errores o por la imagen negativa que tienes de ti mismo.
Recuerdan tu belleza cuando te sientes feo; tu inocencia cuando te sientes
culpable y tu finalidad cuando te sientes confundido.
La vida tiene que
recordarnos siempre cuando estamos en sintonía con nuestra canción original y
cuando no lo estamos.
Ponencia de Àngels Garcia en las Jornadas Tirant del Fil
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